domingo, 28 de febrero de 2010

Profesores que en vez de tales prefieren ser un colega ingenioso, ya que resulta más fácil y agradable


Anda circulando por los institutos de secundaria un texto que contiene la transcripción de un fragmento de una clase de inglés con un grupo de 1º ESO. Yo lo conocí porque me lo envió por correo electrónico un amigo hace unos días, pero luego escuché hablar de él en mi centro escolar.


Lo que me extraña del caso, y me preocupa además, es que los comentarios que he oído al respecto hacen referencia a la falta de atención y de interés de los alumnos –cosa que se supone: están en el instituto para mejorar eso- pero casi nadie habla de la actitud del profesor, que para mí es la “Madre del Cordero”:

El texto comienza así:

Profesor: Bueno chicos, hoy vamos a estudiar el vocabulario de las comidas en inglés. Copiad estas 5 categorías que escribo en la pizarra y escribís en cada columna todas las palabras que os sepáis.
Alumno: ¿En inglés?
Profesor: Sí, mejor que en Ruso, en inglés.

Ya sólo en estas primeras líneas se ve claro cuál es el problema: el adulto, el profesor, abdica de su condición de adulto y profesor, porque prefiere ser el colega simpático, ocurrente e ingenioso, ya que parece que le resulta más agradable, y por supuesto, con alumnos de 1º ESO, más fácil.

Y la cosa sigue igual durante minutos:

Alumno: ¿Hay que escribirlo en el cuaderno?
Profesor: Pues a no ser que quieras escribirlo en la mesa...
Alumno: Profe, pero ¿qué hay que hacer?
Profesor: ¿Pero tú te has lavado las orejas esta mañana?
Alumno: ¿Puedo poner pollo en la categoría de postres?
Profesor: En este continente, no.
Profesor: A ver, hazlo tú, Pepe.
Alumno: ¿quién, yo?
Profesor: Eres el único Pepe que hay en la clase, así que vas a ser tú…
Alumno: ¿Esto cae en el examen?
Profesor: Bueno, puede que tengáis suerte y para entonces esté recuperándome de esta clase en un sanatorio mental, y entonces no habrá examen.

…hasta los cojones… en este caso de ciertos profesores (incluyéndome a mí las veces que haya caído en esto)

jueves, 25 de febrero de 2010

Sobre que haya gente que "no se valora a sí misma"


Ayer me envió un amigo un archivo titulado Las 11 reglas de Bill Gates (lo transcribo al final en formato texto), que al parecer procede de una conferencia que Gates dio para estudiantes y padres en la Universidad de Yale.

Del texto, la frase que más me llamó la atención fue "Al mundo no le importa tu autoestima", en clara referencia a uno de los temas estrella con el que nos han dado la lata incansablemente los adalides de la última reforma educativa vigente.

¿Cuántas veces habré asistido a cursos, o leído libros o artículos, en los que se subrayaba la importancia de que los alumnos tengan una buena "autoestima", para así evitar que cayesen en eso tan temible de “no valorarse a sí mismos”?

Sobre esto de que alguien “no se valora a sí mismo” habría mucho que decir:

En todos los casos que he conocido en los que algún psicólogo -de esos para los que conocerse a sí mismo es saber cuál es nuestro color preferido y cosas así- ha diagnosticado que alguien "no se valoraba a sí mismo" lo que en realidad pasaba es que esa persona tenía un concepto de sí mismo tan elevado y tan fantasioso que la realidad le daba golpes constantemente. Y ahí radicaba el problema, no en otra cosa.

O sea que más que valorarse poco ¡es que se valoraba demasiado!... que es probablemente lo que hacemos todos, por otra parte.


Con lo cual la solución está en dejar de fantasear sobre nuestra propia importancia, es decir, justo lo contrario que lo que se hace normalmente, que es tratar de convencer a la persona que "no se valora a sí misma" que en realidad es maravillosa... hasta el próximo golpe de realidad.


Pero es que para conseguir este fin –que los alumnos se “autoestimen”-, se nos insta a los profesores a disimular toda diferencia entre los alumnos -y ya puestos, entre profesores, padres, etc.-, ya que parece que diferenciar es algo ofensivo de por sí.

…hasta los cojones…

El texto atribuido a Bill Gates:

Regla uno:

La vida no es justa. Acostúmbrate a ello.

Regla dos:

Al mundo no le importa tu autoestima. El mundo espera que logres algo, independientemente de que te sientas bien o no contigo mismo.

Regla tres:

No ganarás US $5.000 mensuales justo después de haber salido de la universidad y no serás un vicepresidente hasta que con tu esfuerzo te hayas ganado ambos logros.

Regla cuatro:


Si piensas que tu profesor es duro, espera a que tengas un jefe. Ese sí que no tendrá vocación de enseñanza ni la paciencia requerida.

Regla cinco:

Dedicarse a voltear hamburguesas no te quita dignidad. Tus abuelos tenían una palabra diferente para describirlo, le llamaban Oportunidad.

Regla seis:

Si metes la pata, no es culpa de tus padres. Así que no lloriquees por tus errores, aprende de ellos.

Regla siete:

Antes de que nacieras, tus padres no eran tan aburridos como son ahora. Ellos empezaron a serlo al pagar tus cuentas, limpiar tu ropa y escucharte hablar acerca de la nueva onda en la que estás. Así que antes de emprender tu lucha por las selvas vírgenes contaminadas por la generación de tus padres, inicia el camino limpiando las cosas de tu propia vida, empezando por tu habitación.

Regla ocho:

En la escuela puede haberse eliminado la diferencia entre ganadores y perdedores, pero en la vida real no. En las escuelas ya no se pierden años lectivos, te dan las oportunidades que necesitas para encontrar la respuesta correcta en tus exámenes y para que tus tareas sean cada vez más fáciles. Esto no tiene ninguna semejanza con la vida real.

Regla nueve:

La vida no se divide en semestres. No tendrás vacaciones de verano largas en lugares lejanos y muy pocos jefes se interesarán en ayudarte. Todo esto tendrás que hacerlo en tu tiempo libre.

Regla diez:

La televisión no es la vida diaria. En la vida cotidiana, la gente de verdad tiene que salir del café de la película para irse a trabajar.

Regla once:

Sé amable con los “NERDS” (los más aplicados de tu clase). Existen muchas probabilidades de que termines trabajando para uno de ellos.