domingo, 4 de octubre de 2009

Acertada reflexión de Javier Marías sobre el tema


Una de mis cuñadas me acaba de informar de la publicación de este artículo el domingo pasado (27-09-2009) en El País Semanal.

Pongo un extracto del mismo y el enlace al artículo completo, ya que su orientación coincide con la de este blog.

http://www.elpais.com/solotexto/articulo.html?xref=20090927elpepspor_12&type=Tes&anchor=elpepusoceps

PIELES FINÍSIMAS

Javier Marías, EL PAIS SEMANAL - 27-09-2009

Parece que cada nueva generación de jóvenes tenga la piel más fina y sea más pusilánime, y que cada nueva de padres esté más dispuesta a protegérsela y a fomentar esa pusilanimidad, en un crescendo sin fin. Los adultos, luego, se alarman ante los resultados, cuando ya es tarde: se encuentran con que tienen en sus hogares a adolescentes tiránicos que no soportan el menor contratiempo o frustración (...)

Esos adolescentes pusilánimes y despóticos no suelen provenir de familias marginales o pobres (aunque, como en todo, haya excepciones), sino de las medias y adineradas. Son aquellos a los que se ha podido y querido mimar; si no afectiva, sí económicamente.

(...) Mientras los niños y jóvenes se tornan cada vez más caprichosos, arbitrarios, quejicas y dictatoriales, los Gobiernos intervienen para convertir en delito el cachete que los padres solían dar a sus vástagos cuando había que ponerles límites o enseñarles que ciertos actos acarrean consecuencias y castigos, es decir, lo que todo el mundo ha de aprender más pronto o más tarde, pues, que yo sepa, los castigos no han sido abolidos en nuestras sociedades.

Toda la vida se ha distinguido sin dificultad entre eso, un cachete ocasional, y una paliza en toda regla por parte de un adulto a un niño, algo condenable y repugnante para casi cualquiera que no sea el palizador. Quienes han prohibido el cachete no siempre se oponen, sin embargo, a enviar a la cárcel a menores de edad si éstos cometen un delito de consideración.

Es el reino de la contradicción: a un chaval no se le puede poner la mano encima bajo ningún concepto, aunque haga barbaridades y no entre en razón (su piel es finísima), pero sí se le puede meter una temporada entre rejas para hundirle la vida y que se acabe de malear. (...)

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Y ahora un comentario personal: parece que mi generación (nací en 1969) fue una de las primeras en eso de "tener la piel fina": cuando tenía unos ocho años me quejé a mi padre -médico gastroenterólogo- de que me dolía la barriga tras comer demasiado, y él, sorprendido, me dijo "es que vosotros queréis que nunca os duela nada"...

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