domingo, 31 de enero de 2010

Seguimos creyendo que se puede prestar servicio a la justicia entregando varias generaciones a la injusticia


Acabo de leer una noticia en el diario El País cuyo titular es éste:


“La madre condenada por pegar a su hijo pide que lo internen”

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/madre/condenada/pegar/hijo/pide/internen/elpepusoc/20100131elpepisoc_3/Tes

Desde luego supe enseguida a qué madre y qué hijo se refería, porque me resulta difícil de olvidar ese tipo de actitud, que es precisamente la que ha motivado la aparición de este blog, que han tenido los adultos responsables del desaguisado:

Primero, y antes que nadie, el impresentable equipo directivo del instituto donde estudia el niño en cuestión –probablemente aconsejados por el orientador, psicólogo o lo que sea-, que tal como se recuerda en la noticia, advirtió las secuelas de la herida producida por un cachete y el posterior golpe fortuito con el lavabo, y no se le ocurre otra cosa que, supongo que sin nisiquiera hablar antes con la madre, “activar un protocolo –denuncia, etc.- que desembocó en la condena a la madre”.

Y segundo –nuevamente- el juez que la condenó.

Resultado de la actuación brillante de estos adultos:

“Ahora se ha sabido que el menor, consciente de que su madre no puede tocarle si no quiere acabar en la cárcel (ahora sí tiene antecedentes), se volvió si cabe más rebelde”.

Además de mi firma de siempre, recordaré en este tipo de casos la cita de Albert Camus que comenté en la entrada anterior:

"No me cuento entre esos servidores de la justicia que piensan que únicamente podemos prestarle un buen servicio entregando varias generaciones a la injusticia".

…hasta los cojones…

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